El historiador de la tecnología David Rooney, experto en el mundo de la relojería, propone un repaso histórico a aquello que los relojes han posibilitado a través de 12 gran relojes y 12 temas. Los relojes han permitido, efectivamente, desde la transmisión de la fe religiosa hasta la propagación de guerras e imperios, pasando por la expansión del comercio, así como el orden y control de ciudadanos y trabajadores entre muchos “logros” de la civilización.
En nuestra lectura, destacaríamos dos momentos que nos han llamado la atención especialmente en este libro.
El primero tiene que ver con la creencia generalizada de que los horarios se unificaron, en Reino Unido, para poder coordinar la red de ferrocarriles. David Rooney, autor británico, lo desmiente y alega que la coordinación de horas fue más bien una estrategia social para poder establecer la Ley de Licencias de 1872, cuyo objetivo consistía en restringir el horario de venta al púbico de alcohol. Una maniobra que pretendía acabar con la obsesión por el alcohol que reinaba en Reino Unido en la época victoriana.
El segundo momento interesante para nosotrxs, y cuando menos inquietante, habla de nuestra época actual. Rooney describe la gran dependencia, en el mundo moderno, de las señales de los relojes respecto a los satélites GPS (que sincronizan teléfonos móviles, ordenadores, aviones, barcos, automóviles, centros de datos, antenas de comunicación, etc..), insistiendo asimismo en su gran vulnerabilidad (por fallos, pérdida de señal por causas naturales e interferencias deliberadas). El autor concluye el capítulo con dos citas recientes. Ambas revelan las brechas de nuestra cronoeconomía: primero, un político estadounidense habla del GPS como el único punto débil de toda la economía moderna; la segunda, más directa, retoma las palabras de un experto que afirma: “Si hay un corte masivo del GPS, la gente morirá”.
En resumen: tanto en el pasado como en el presente, la historia del reloj nos habla siempre del control social y de la esencia (¿y punto débil?) de nuestra sociedad hípersincronizada…