«Las tempestálidas» de Gueorgui Gospodínov, Ed. Fulgencio Pimentel, 2022

El inicio del Las tempestálidas ya nos da pistas de lo lejos que nos puede llevar el autor búlgaro Gueorgui Gospodínov, con exquisitas citas sobre el tiempo extraídas de libros esenciales para los obsesionados con el tema:

Nadie ha inventado todavía una máscara antigás ni un refugio antiaéreo contra el tiempo (Gaustín, Cronorrefugio, 1939)

En plena narratividad poética, el final del libro nos reenviará de vuelta al principio, haciendo temblar la propia historia, su línea temporal… pero no adelantemos acontecimientos.

Las tempestálidas, que podría haberse traducido más literalmente como “Refugio del tiempo”, es una novela que parte de un ejercicio conceptual, una idea, una nota en un cuaderno (como dice al final del libro el propio autor, haciéndonos dudar de la veracidad de la historia). Escribe y leemos:“¿Qué pasaría si se crearan clínicas que produjeran pasado para las personas que han perdido la memoria?”. Más concretamente, la historia parte de una amistad entre el narrador y Gaustín (el autor-personaje de nuestra primera cita), un psiquiatra búlgaro que abre una clínica que recrea el pasado para los pacientes que han perdido la memoria. En esa clínica, se reconstruyen espacios para sumergirte, de nuevo, en el pasado:

No puedes simplemente soltarle a alguien: aquí está tu pasado de 1965. Tienes que conocer sus historias, y a esas alturas ya no puedes conseguirlas, tienes que inventarlas. Saberlo todo sobre ese año. Qué peinados estaban de moda, cómo de afiladas eran las punteras de los zapatos, a qué olían los jabones, el catálogo completo de aromas de aquel año. Si la primavera fue lluviosa, qué tiempo hizo en agosto. Cuál fue la canción número uno…

Esta primera clínica funciona tan estupendamente que, la necesidad aprieta, se abren sucesivamente nuevas clínicas por toda Europa, incluida en la Bulgaria natal de Gospodinov. Tanto él como los pacientes de esos “refugios del tiempo” (como podrían llamarse esas instituciones) llegan a ver el pasado como una cura no solo para el Alzheimer, sino también para la angustia contemporánea. Así -y no queremos explichafar la trama a quien se lo quiera leer-, la Europa inestable que anhela la seguridad decide volver al pasado. Pero ¿a qué pasado volverías tú? La trama se profundiza, se agrava: para decidir a qué época de su historia desean volver, cada país organiza un plebiscito. En ese marco literario, político, filosófico, esos capítulos del libro le permiten al autor búlgaro hacer un magnifico repaso por la “historia” reciente de Europa.

En esas páginas, pensamos desde el ITS, todo resuena familiar para la apocalíptica actualidad y extraña situación temporal en la que nos encontramos. Y como dice Aaron Sáez en su reciente artículo, titulado “La nostalgia es un arma”, en A-desk: vivimos en una situación en la que el presente es inasible, por ser fugaz, y en la que el mito del futuro ha desaparecido… ¿qué nos queda entonces, si no es refugiarnos en el pasado? Esas clínicas son una metáfora del pasado-como-arma en una época sin presente ni futuro…

Brillante novela, en definitiva, que abre vías y reflexiones sobre los sentimientos que nos produce el paso del tiempo y la época que nos ha tocado vivir. El Instituto del Tiempo Suspendido comparte esa angustia por el tiempo, su paso y sus recuerdos, angustia que desborda la novela. Investigamos, con y a través de esta novela, esas necesidades de huir a otros tiempos: ahora bien, ¿sería el ITS una clínica parecida a esas tempestálidas, donde se recrea no solo el pasado, sino otros tiempos?… Novela muy poética y punzante para hablar críticamente sobre nuestros pasados, presentes y futuros. No los demos por perdidos, pluralicemos sus sentidos.

Volver a Repositorio
Right Menu Icon