«La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero», Jacques Rancière, Tinta Limón Ediciones,1981.

Este magnífico libro está compuesto de diversos materiales de archivo, dejados por obreros y obreras sansimonianas del siglo XIX. A través de esos documentos históricos, se pone de manifiesto cómo las obreras y obreros de principios del siglo XVIII experimentan una “denegación temporal” que consiste en la desapropiación del uso del tiempo.

La tesis que subyace en La noche de los proletarios puede, entonces, resumirse así: el tiempo entre las jornadas de trabajo de los obreros es “tiempo robado”. Ello significa que, en vez de ser un tiempo de ocio y de pensamiento propio —para dedicarse a lo que uno/a quiere, piensa e imagina más allá de su oficio—, el tiempo entre dos jornadas de trabajo se dedica exclusivamente al reposo, al descanso para coger fuerzas y encarar la jornada laboral del día siguiente. Por ello, el tiempo robado clava a los obreros en una identidad, en un reparto de lo sensible asignado a lo que, consensualmente, se entiende por “ser obrero”.

Ahora bien, los personajes de La noche de los proletarios deciden suspender ese reparto del tiempo —que supone que los obreros trabajan de día, duermen de noche y no tienen tiempo para ocuparse de algo que no sea su existencia laboral—, abriéndose a pensamientos y sueños propios de los otros. Así se pone en marcha la emancipación, una práctica que los desidentifica de su “ser obrero”, otro reparto de lo sensible. Tal es la política de la igualdad radical sobre la que Jacques Rancière lleva años trabajando.

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